El tabaquismo pasivo se ha convertido en una preocupante amenaza que afecta a más de un tercio de la población mundial. En especial a los niños, que se ven expuestos a graves riesgos para su salud debido a la inhalación involuntaria del humo del tabaco. El Dr. Alberto Vidal, Pediatra Broncopulmonar de Medicop, explica los efectos perjudiciales que este humo tiene en la infancia.
¿Qué se entiende por tabaquismo pasivo?
El tabaquismo pasivo o de segunda mano se refiere a la exposición involuntaria de personas no fumadoras a las sustancias presentes en el humo del tabaco. Estas personas inhalan el humo de tabaco, la nicotina y los químicos tóxicos de la misma manera que lo hacen los fumadores. Esta inhalación pasiva puede ocurrir de dos formas: por exposición a lo exhalado por un fumador (20-25%) o por el humo generado por cigarrillos encendidos, pipas o tabaco en combustión (80-85%). Además, también existe el concepto de “tercera mano”, que se refiere al humo del tabaco invisible o “polvo de tabaco” que se impregna en el ambiente, la ropa, el pelo, la piel, alfombras, cortinas, juguetes y automóviles, permaneciendo allí incluso después de que el cigarrillo se haya apagado por largo tiempo, como días, semanas o meses. Esta tercera mano puede ser incorporada por inhalación, ingestión o a través de la piel.
¿Qué tan frecuente es esta condición en la infancia?
El tabaquismo pasivo afecta a más de un tercio de la población mundial. Un estudio global realizado en casi 200 países demostró que el 40 a 50% de los niños se exponen constantemente al tabaquismo pasivo de segunda mano y que el 36% de ellos lo reciben incluso antes de nacer. En el caso de Chile, no es la excepción, ya que un estudio encontró que el 38,5% de los escolares de 6 a 10 años (promedio de 7 años) tenía nicotina en muestras de su cabello. Además, los niños que viven en hogares donde se permite fumar presentan mayores concentraciones de nicotina y más síntomas respiratorios. Incluso, adolescentes chilenos de alrededor de 13 años autoinforman una exposición al tabaquismo pasivo de segunda mano por encima del 60%. Estos datos son alarmantes, ya que anualmente mueren 1,2 millones de personas en el mundo debido al tabaquismo pasivo, y 65 mil de estas muertes ocurren en la infancia.
¿Por qué la infancia es considerada una edad de mayor riesgo para inhalar humo de tabaco?
Los niños son especialmente vulnerables al tabaquismo pasivo debido a varios factores. En primer lugar, pasan la mayor parte del tiempo en entornos privados como hogares o automóviles, donde no pueden evitar la exposición al humo. Además, los niños gatean y tocan superficies contaminadas, llevándose las manos u objetos a la boca desde el suelo u otras áreas. Los bebés, por ejemplo, pueden ingerir hasta un cuarto de gramo de polvo diariamente, el doble que los adultos, y es allí donde pueden estar expuestos al tabaquismo pasivo de tercera mano. Por último, el sistema inmune de los niños está en desarrollo, lo que los hace más susceptibles a recibir dosis más altas de sustancias tóxicas presentes en el humo de segunda y tercera mano, en comparación con los niños mayores y adultos.
¿Cuáles son las alteraciones de salud secundarias a la exposición al humo de tabaco prenatal?
La exposición al tabaco durante el embarazo se asocia a una serie de patologías en los bebés. La nicotina en etapa fetal puede causar malformaciones congénitas como fisura del paladar o defectos en la pared abdominal, además de restricción del crecimiento intrauterino, problemas renales e incluso muerte fetal. Los bebés expuestos al tabaco durante el embarazo pueden nacer prematuramente, con menor peso y talla, y tener un mayor riesgo de muerte súbita durante el primer año de vida. También pueden experimentar alteraciones en el desarrollo pulmonar con bronquios más estrechos y paredes más gruesas, lo que los hace propensos a padecer enfermedades respiratorias obstructivas recurrentes o asma durante la infancia. Otros problemas derivados de la exposición prenatal al tabaco incluyen alteraciones de conducta en la infancia y adolescencia, riesgo de colesterol elevado, obesidad, infartos cardíacos y accidentes cerebrovasculares en la edad adulta.
¿Qué problemas podrían aparecer con la exposición al tabaco pasivo durante la infancia?
La población infantil es especialmente vulnerable a los efectos del tabaquismo pasivo debido a que tienen bronquios más estrechos, una frecuencia respiratoria más rápida (inhalan más aire) y su sistema inmunológico aún está en desarrollo. La nicotina puede disminuir la respuesta inmunitaria y afectar el sistema de drenaje del moco bronquial, lo que lleva a una mayor frecuencia de infecciones respiratorias y complicaciones como otitis. Además, el tabaquismo pasivo puede afectar el crecimiento y desarrollo de los pulmones, aumentando el riesgo de desarrollar asma bronquial y enfermedades pulmonares crónicas. Los niños expuestos al humo del tabaco también pueden experimentar problemas de comportamiento y conducta con mayor frecuencia, así como un mayor riesgo de desarrollar arteriosclerosis, lo que los pone en peligro de padecer enfermedades cardiovasculares en la vida adulta. Además, se ha identificado que en el humo de tabaco hay al menos 70 sustancias cancerígenas, lo que aumenta el riesgo de que los niños expuestos de forma pasiva desarrollen cánceres como linfoma, leucemia, cáncer de hígado o tumores cerebrales, y en la edad adulta, cánceres de pulmón, vía respiratoria (faringe y laringe), sistema digestivo (estómago y colon), tejido mamario y cerebro.
¿Qué deben hacer los padres que tienen hábito tabáquico?
La recomendación más importante para los padres es dejar el hábito tabáquico, y si es necesario consultar, con un especialista experto para que los ayude. Además, los padres fumadores y no fumadores deben hablar con sus hijos sobre los efectos tóxicos de la nicotina desde que tienen entre 5 a 6 años. Estas conversaciones pueden ayudar a desalentar el inicio del hábito de fumar en la adolescencia y también pueden motivar a los padres fumadores a dejar el hábito. Es importante que los padres entiendan que los niños ven a sus padres como modelos a seguir y desearán imitarlos en la adultez.
Si a pesar de todos los esfuerzos, no es posible crear un ambiente libre de humo de tabaco, se sugiere que los padres no fumen dentro de la casa o el automóvil, ni permitan que otras personas lo hagan. Es fundamental ventilar los espacios con frecuencia, limpiar las superficies expuestas al humo con sustancias ácidas como el vinagre, aspirar con filtros HEPA semanalmente y cambiar alfombras, sofás y ropa de cama que hayan estado expuestos al humo. En el caso de estar expuestos al humo antes de relacionarse con niños, se recomienda limpiar manos y cara con jabones ácidos y cambiarse de ropa.
Proteger a nuestros niños del tabaquismo pasivo es una responsabilidad compartida entre padres, educadores y la sociedad en general. Tomar medidas preventivas y crear ambientes libres de humo es esencial para garantizar un futuro más saludable para nuestros pequeños.