El cambio de hora, un evento aparentemente trivial en nuestro calendario, lleva consigo un conjunto de implicaciones que afectan profundamente la salud mental tanto de niños como de adultos. Debido a esto, es que especialistas de Medicop explican por qué, cómo y de qué forma aminorar las consecuencias psicológicas.
A lo largo del año, experimentamos dos horarios diferentes que regulan nuestras rutinas: el horario de verano y el de invierno. El primero se caracteriza por tardes más luminosas, días más largos y mayor exposición solar, mientras que el segundo se caracteriza por oscurecer más temprano, días más cortos y menos luz de sol.
Y, aunque las razones de un desequilibrio en la salud mental son diversas, es relevante considerar que incluso factores aparentemente simples, como el cambio de hora, pueden desencadenar pensamientos depresivos. Debido a esto es que a medida que los relojes se adelantan o retroceden, las consecuencias pueden manifestarse en forma de desajustes emocionales, alteraciones en el sueño y dificultades de concentración.
Consecuencias en adultos
Vania Krauskopf, Psiquiatra de adultos de Medicop, explica que efectivamente la salud mental se puede ver afectada cuando ocurren estos cambios horarios. “Se produce una desregulación de los ritmos circadianos mediados por la luz natural, uno de ellos es la melatonina, lo que puede interferir en los patrones del sueño”, asegura.
Esto significa que las personas que presenten alteraciones del sueño secundarias al cambio
de hora, pueden presentar somnolencia diurna, irritabilidad y falta de atención durante los días posteriores, incrementando el riesgo de depresión estacional, estrés adicional y ansiedad, especialmente si las rutinas laborales o familiares se ven afectadas por este cambio.
Si bien no todas las personas experimentan estos efectos de la misma manera y algunas pueden no sentir un impacto significativo en su salud mental y bienestar, es crucial reconocer y prestar atención a las necesidades emocionales que presentan aquellos que se ven afectados, y buscar formas para minimizar los efectos negativos, buscando apoyo emocional cuando es necesario.
Para facilitar la adaptación al cambio de hora, la especialista recomienda:
- Ajustar gradualmente adelantando o retrasando en 20 o 30 minutos la hora de acostarse y de despertarse un par de días previos al cambio de hora.
- Mantener una buena higiene del sueño, mantener rutinas de actividad física, disminuir el consumo de estimulantes (cafeína, bebidas energéticas, alcohol, nicotina) y evitar comer demasiado antes de acostarse.
- Evitar el uso de pantallas y luces fuertes en la noche, con la finalidad de favorecer la producción de melatonina y mantener los patrones del sueño.
Consecuencias en niños
Los niños también se ven afectados por esta alteración horaria. Gabriela Pineda, Psiquiatra infantil de Medicop, explica que quienes se ven más afectados son aquellos niños que tienen vulnerabilidades anímicas estacionales, y aquellos “que presentan alteraciones en su neurodesarrollo, cómo los que presentan TEA o dificultades en la regulación de los impulsos y las emociones”. Así como también aquellos que presenten un cuadro clínico psiquiátrico previo.
Se pueden observar signos de que un niño está siendo afectado mentalmente por este cambio cuando muestra irritabilidad en situaciones que antes no le molestaban. Pineda agrega que “también podrían presentar somnolencia o dificultades atencionales transitorias debido a las problemas para conciliar o mantener el sueño”. Si no se anticipa el cambio horario, si no se comprende completamente sus implicaciones o si no se proporciona el apoyo necesario por parte de las figuras de apego, pueden surgir síntomas, explica la especialista.
Para que los padres y cuidadores sepan enfrentar y contener a los niños en este proceso y se desarrolle un favorecimiento en la relación familiar y en el desarrollo socioemocional, la especialista recomienda:
- Anticipar el suceso 1 a 2 semanas antes de que ocurra el cambio.
- Utilizar imágenes que muestren secuencias de pasos a seguir en la mañana o en la noche, tanto la rutina de acostarse, despertar, comer o bañarse.
- Involucrar a todos los integrantes de la familia para facilitar la incorporación de las nuevas rutinas y horarios.
- Mentalizar cómo estos cambios pueden afectar a los hijos.
- Informarse sobre estos temas que podrían parecer sencillos y triviales.
El cambio de horario tiene un impacto profundo en la salud mental, afectando el sueño, el estado de ánimo y la concentración de adultos y niños. Por eso es que la comprensión y la adopción de estrategias como ajustes graduales y rutinas saludables son fundamentales para mitigar estos efectos adversos y promover el bienestar en esta transición. Además, es recomendable buscar la orientación de especialistas para guiar a las personas en este proceso.